La salubridad del agua del grifo

¿Se ha parado alguna vez a pensar cuántos elementos tóxicos puede tener el agua del grifo?

El agua del grifo llega totalmente potabilizada para su consumo. Sin embargo, para lograr que sea potable es necesario someterla a un proceso de desinfección con cloro que elimina agentes como gérmenes, bacterias, parásitos, virus… responsables de causar enfermedades infecciosas.

El cloro tiene compuestos tóxicos como los trihalometanos (THM) —entre ellos cloroformo, bromoformo, bromodiclorometano o el dibromoclorometano— que llegan a nuestro organismo al beber el agua o cuando nos bañamos. Y aunque está regulado por ley el contenido de los THM que debe tener el agua potable, más de una vez se ha detectado mayor presencia de estas sustancias de lo permitido.

El simple hecho de ducharnos cada día constituye una fuente de exposición a estos compuestos clorados.

El cloro puede producir irritaciones e piel, ojos nariz y garganta eccemas… y diferentes estudios científicos han relacionado los THM con el cáncer de vejiga.

Pero además del cloro, el agua también puede contener otras sustancias nocivas como nitratos, restos de pesticidas, fertilizantes, medicamentos, cal, etc. Para evitar los males que pueden causar todas estas sustancias, Hidroquivir propone los siguientes mecanismos:

  1. Instalar un sistema de ósmosis inversa dispositivo es una alternativa relativamente económicas (desde luego mucho más económicas que el agua embotellada) que nos permiten desprendernos de los elementos insalubres del agua del grifo.
  2. Instalar un descalcificador de agua que elimine la cal.
  3. Instalar un filtro de carbón activo en la ducha y en la entrada del agua a la lavadora. Retiene el cloro y sus derivados e incorpora una función antibacteriana. Se cambia cada seis meses.

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